Retomando el tema de los pequeños placeres de la vida, hoy toca darle la importáncia que merece a la lectura. No soy una rata de biblioteca, pero reconozco que leer un buen libro de esos que te atrapan y no te sueltan hasta que has leido la última página es un gustaaazo. Cuando das con un libro de esos deseas que no termine y a la vez quieres saber el desenlace. La história que toma forma en tu imaginación es fascinante, porque cada uno se imagina a los protagonistas o su entorno como quiere, recuperas imágenes que has visto o vivencias que has tenido y las incorporas a la história que lees de manera que la haces tuya de una forma muy íntima.
A mi me gusta leer en la cama, a cualquier hora del día, lo que propicia muchas veces una pequeña siesta después de la lectura. Y aquí es donde llegamos a nuestro segundo placer del día:“La Siesta”. Cuesta hacer un hueco a lo largo de la jornada para poder darte ese gusto, pero cuando se consigue es lo mejor de lo mejor. Sobre todo en verano, y si la puedes hacer a la fresca te deja como nuevo. Este verano he tenido la gran suerte de poder hacerla un par de veces bajo el nogal que tengo al lado del taller, Que lujo!!!
También prometí alguna foto más de lo que estoy tramando en mi pequeño taller, así que ahí las dejo.
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